El bruxismo es un trastorno frecuente que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por el hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes, lo que puede causar molestias en el individuo y alteraciones en la mandíbula. En este artículo, exploraremos qué es el bruxismo, dónde se produce esta alteración, a quién afecta, sus factores de riesgo, qué tipos de bruxismo se pueden desarrollar, así como los tratamientos disponibles.
Anatomía
Para comenzar, es crucial entender la zona en la que se desarrolla esta patología. El bruxismo cursa con dolor en el tercio medio de la cara, por debajo de los pómulos, pudiendo extenderse hasta las sienes y afectar la región del ojo. En el tercio medio de la cara se encuentra la conocida articulación temporomandibular (ATM), que nos permite abrir y cerrar la boca para masticar, hablar o gesticular. En dicha articulación encontramos musculatura que nos permite realizar las acciones mencionadas anteriormente, como el masetero, temporal o pterigoideos. El masetero presenta un recorrido corto pero potente, lo que nos permite cerrar la boca junto con otra musculatura anexa (imagen 1).
El temporal se origina en la sien y desciende hasta el inicio de la rama mandibular (imagen 2). Este músculo, por su recorrido, puede provocar dolor en la sien, mientras que los pterigoideos se encargan del cierre y diducción o lateralización de la mandíbula (imagen 3). Este grupo de músculos son los más afectados por este tipo de patología, su actividad exacerbada provoca el apretamiento o rechinamiento de los mismos.
Una vez que comprendemos esta región, pasaremos a definir qué es el bruxismo.
Definición
El bruxismo se define como el apretar o rechinar los dientes, ya sea durante la noche o durante el día. A esta definición debemos añadir que también se considera bruxismo la tensión en la musculatura masticatoria debido a una “mala posición” de relajación, incluso sin que haya contacto dental. Esto puede provocar una mayor actividad en la musculatura, dolor en la zona mandibular, rigidez al despertarse, mal descanso, cefaleas, entre otros síntomas. También pueden observarse signos como desgaste dental, problemas de encías o marcas de los dientes en la lengua. El paciente puede no ser consciente de ello o, por el contrario, ser plenamente consciente.
Es importante entender al diagnosticar que el bruxismo no es una patología en sí misma ni un trastorno del movimiento, sino más bien un factor que puede proteger o perpetuar el dolor. Dependiendo de cuándo se produce este «apretamiento», podemos clasificarlo en dos tipos: bruxismo del sueño (nocturno) y bruxismo de vigilia (diurno). A partir de esta clasificación, podemos comprender qué factores influyen en el bruxismo y si están exacerbando nuestro dolor o, por el contrario, son una parafunción.
- Bruxismo del sueño: Este tipo de bruxismo suele estar asociado a parafunciones del cuerpo, como la apnea del sueño, el Parkinson o el reflujo gastroesofágico. También el uso y abuso de drogas, alcohol, cafeína, azúcar y tabaco, así como ciertos fármacos, pueden desencadenar el apretar los dientes durante la noche.
- Bruxismo de vigilia: Por lo general, está relacionado con factores psicológicos, como el estrés y la ansiedad. También se da en momentos de concentración máxima en tareas difíciles.
Cuando hablamos de prevalencia, suele ser alta en adultos, con cifras que muestran que alrededor del 31% de la población sufre de bruxismo, siendo más prevalente en mujeres. Es importante tener en cuenta esta alta tasa al abordar este trastorno.
Tratamiento
Uno de los tratamientos más habituales para el bruxismo consiste en el uso de férulas dentales prescritas por el odontólogo, las cuales son utilizadas por el paciente durante la noche. Los objetivos de dicho tratamiento varían dependiendo del tipo de férula seleccionada por el profesional. En líneas generales, estas férulas nocturnas pueden contribuir a prevenir el desgaste dental y la retracción de las encías.
Durante los primeros meses de uso de la férula, es posible percibir una relajación de la musculatura, ya que la misma actúa separando la articulación temporomandibular. Además, ayuda a evitar la movilidad excesiva de los dientes y, en algunos casos, a reducir el bloqueo mandibular. Es fundamental que este enfoque terapéutico sea supervisado por el odontólogo y complementado con fisioterapia para aliviar el dolor del paciente.
En caso de existir alguna patología relacionada, como el bruxismo nocturno que está asociado a la apnea del sueño, es necesario que sea tratada por el especialista correspondiente.
En este punto, ¿cómo puede ayudar la fisioterapia en el tratamiento del bruxismo?
Los tratamientos de fisioterapia se centran en relajar la musculatura masticatoria, reduciendo así la tensión y el dolor en la región orofacial. Es crucial educar al paciente para que sea consciente de los factores desencadenantes, los cuales pueden ser modificados a través de terapia cognitivo-conductual, así como la práctica de ejercicios destinados a fortalecer y enseñar nuevos patrones de movimiento que favorezcan la movilidad de la articulación.
Como se mencionó anteriormente, la educación del paciente desempeña un papel fundamental en el tratamiento de este dolor. Por tanto, a continuación, te presento algunas recomendaciones que pueden serte de ayuda. En primer lugar, mantener una buena higiene bucal es esencial; se recomienda preguntar al dentista para obtener orientación específica al respecto. Asimismo, la práctica regular de ejercicio físico intenso unas horas antes de dormir puede contribuir a controlar el bruxismo nocturno y mejorar la calidad del sueño.
El automasaje ha demostrado ser efectivo para reducir la sensación de tensión y rigidez muscular. A continuación, se describen algunos ejercicios:
- Colocar la punta de la lengua en el paladar, justo detrás de los dientes frontales, y abrir y cerrar lentamente la boca mientras se mantiene esta posición.
- Realizar un masaje suave en los músculos de la mandíbula, las sienes y el cuello para aliviar la tensión. Se recomienda utilizar movimientos circulares y aumentar gradualmente la presión según la tolerancia.
- Practicar estiramientos suaves de los músculos de la mandíbula mediante la apertura ligera de la boca y movimientos laterales de la mandíbula.
Como se ha destacado a lo largo del artículo, el bruxismo tiene múltiples factores causales, por lo que es fundamental identificar su origen para un diagnóstico preciso. En caso de tener alguna duda, no dude en consultar con su odontólogo.